viernes, 6 de abril de 2012

1º parte de una historia

I

Aquel hombre no era un gran pensador, ni un gran portento. No tenia el valor suficiente, y era algo egocentrista, no tenia apenas labia ni unos gestos muy apropiados para llegar a las altas cortes.
Pero él si sabía como llegar ha alcanzar todo aquello que no tenía.
Presentosé un día en el castillo y dirigiendose al rey le dijo: -Su majestad, pienso librar al pueblo de los males es atormentado...Soy ese hombre.- Al oír ésto el rey le miro de arriba a bajo y apenas vió nada en él que diera pie a ser algo. -Veo, que eres un simple campesino que intenta hacerse hueco en un lugar que no corresponde- dijo el rey y después de aquello le concedió unas cuántas armas, un escudo y armadura bastante pobre y muy gastado -¡ve pues! Sirve de ejemplo insulso mosquito...- Y rió a carcajadas, pues el rey sabía que el hombre no llegaría más que a la puerta del castillo y vendería las armas, el escudo y la armadura que realmente no ganaría gran cosa con eso pero si para al menos un mes de comida asegurada. -Pobre diablo...Absurdo pueblerino borracho que se cree poder llegar a algo, sin ser más que una misera cucaracha, me da pena la verdad. Cada uno en su lugar....- Y con eso concluyó susupiro y sigió con sus quehaceres de rey que implicaban vaguear, posar para las doncellas, embellecerse, comer y dormir....Pues el rey gozaba de ser noble y muy rico, de ser buen guerrero, de tener gran valor pero aún así no había conseguido eliminar algunos de los temores del pueblo.

El insulso pueblerino andubo hasta llegar a la casa de la hechicera y al llegar a ella quiso cambiarle el escudo y la armadura pobre por pociones que le hicieran más inteligente, más valentiente e imaginativo y un poco refinado. La bruja comenzó a reírse tanto que casi le da un ataque de tós con la risa desmesurada que le arrancó aquel muchacho. -Pero... ¡Hijo! ¿qué esperas conseguir con estos trastos usados? ¿Sabes, aquello que pides vale más que lo que tienes aquí?- El muchacho hizo ademán de afrimación pero sin embargo encogió los hombros. - Lo siento, no puedo darte más. Si me quedo sin armas no podre pelear- La hechizera lo miro fijamente y dijo -¿Acaso crees que podrás vencer al dragón de las montañas aquel que cuando le place ataca al pueblo? ¿Acaso crees que podrás enfrentarte a los bandidos de los caminos expulsándolos a todos haciendo de aquellos lares más seguros? ¿Acaso crees que podrás hacerme convencer y recapacitar sobre ciertos aspectos de la vida y para poder creer de nuevo en alguién?- el muchacho se dispuso a abrir la boca y la ojeo de arriba a bajo. Aquella hechizera más bien parecia mugrienta, odiosa, algo desgastada por el tiempo y loca. -Bueno ¿Me vas a dar lo que te pido?- dijo sin cortarse ni un pelo. La hechicera se metió en la trastienda y buscó y buscó, hasta que después de casi una hora saco algo de ella. -¡Toma! No necesitas más.- Le puso en el mostrador de la tienda tan horriblemente fría y llena de frascos con cosas dudosas y terribles, le puso tres frasquitos con un liquido de colores dentro y le dijo -ya lo tengo...- Se aparto los pelos de la cara le miró y dijo -¡Bebe!- El puebliro se acercó y dudo de ella y empezó a decir obscenidades y palabras mal sonantes hacía la hechicera la cual no le había traido nada de lo que él qería.
-Pero no seas imbecil- Dijo la hechicera -No sabes que es....Son pociones. ¿Esperabas que fueran cacharros? No amigo, son pociones. Valentia, Labia, Sabiduría.- El joven suspiro y retiró algunas de sus palabras disculpandose rencorosamente y mirandola de reojo -De acuerdo, pero mira vieja...Como me mientas ¡Voy a venir a por ti!- La hechicera rió de nuevo y le dijo - ¿Tú y cuántos más? Además no siempre las apariencías hacen ver lo que la persona es...no te fies nunca de ellas- El muchacho la miró y rió después -¡De acuerdo vieja!- Y se las bebio casi de un golpe espero pero no notó nada raro, ni nada nuevo en él. -¡Oye! La cosa ésta no funciona, no noto nada- La hechicera lo miro y le dijo -No aún no es tiempo, todo llegará-
El muchacho emprendió el viaje hacia las montañas sin estar muy convencido de lo que hacía, pero claro no era tan listo como para parse a tantear lo que le podía pasar. Su cabeza estaba tan llena de pajaritos de riquezas, mujeres, comida y demás que ni penso como haría para acabar con ese dragón del que cada vez estaba más y más cerca.

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